Unos apuntes sobre la más apreciada de las biografía sobre
Faulkner, por Joseph Blotner.
¿Quién es Joseph Blotner?
¿Con qué autoridad es el biógrafo principal de Faulkner?
Blotner fue profesor en la
universidad de Virginia y allí se hizo amigo cercano de William Faulkner. En
Virginia vivía la única hija biológica de Faulkner y la universidad había
aprovechado esa circunstancia para invitar al escritor a dar una serie de
charlas durante un semestre. Blotner, que asistía a esas reuniones como
supervisor y como encargado de grabar en cinta magnetofónica las
intervenciones, frecuentó durante esos años la casa de los Faulkner y el
escritor le confiaría sus proyectos presentes y futuros. (Blotner fue uno de
los que cargó el ataúd en los funerales de Faulkner.) Faulkner disfrutaría
tanto sus intercambios con universitarios que aceptaría volver los años
siguientes desde su hogar en Oxford, Mississippi, a 1.232km de distancia, por
un pago simbólico.
Aunque no se indica en el
libro cómo es que empezó el proyecto de la biografía, sin duda fue determinante la buena relación de Blotner con la
familia Faulkner, así como su amplio conocimiento de la obra del biografiado.
Contra lo que podría suponerse, la biografía no es un retrato idealizado ni
matizado de Faulkner. El biógrafo trata todos los asuntos difíciles y
escabrosos que atormentaron sus días: la convivencia durante décadas con
el alcoholismo -que sería decisivo en provocarle la muerte- y que revela que no
sólo Fitzgerald se ganaba el premio de suicida mayor por causa del alcohol en
la Generación Perdida a la que ambos pertenecían; los adulterios a vista y
paciencia de la esposa -que los aceptaba como una fatalidad de su matrimonio mal
avenido-, las opiniones negativas o contradictorias de otros escritores
-Sherwood Anderson, Fitzgerald, Tennessee Williams y, sobre todos,
Hemingway-, sus interminables discusiones sobre dinero para mantener a sus dos
entenados, su hija, su
esposa, su madre, la esposa y la hija de su hermano fallecido y los varios
miembros de la servidumbre en su residencia de casi 12 hectáreas en Rowan Oak.
(Faulkner consiguió la propiedad a buen precio en los años 30 y sólo al final
de su vida consideró desprenderse de ella: su hija la vendería a la universidad
de Mississippi diez años después de muerto Faulkner.) Como en las biografías de
Balzac, la falta o la búsqueda de dinero es la necesidad más invocada en el
libro y resulta inquietante comprobar que, a diferencia de sus novelas, todos
los cuentos que escribió los hizo por ganarse unos dólares (que dependiendo de
la revista que los aceptaba, podían redituarle desde 37 a 2 mil dólares).
Los méritos de esta biografía
son numerosos y justifican la celebridad de la biografía. Entre mis favoritos:
la recepción de los libros de Faulkner en vida, las relaciones de Faulkner con
sus padres, hermanos, hijos, admiradores y detractores. Sus defectos mayores
son contados pero deseo explicarlos para que el desavisado lector no se ahogue
en ellos. Toda biografía vive bajo la tiranía del dato; Blotner, en las
primeras 200 páginas, es subyugado por el dato hasta ahogarse en él, dando
pormenores sobre todos y cada uno de los ascendientes, amigos, y amigos de los
amigos de Faulkner. La genealogía de Faulkner incluye no menos de cincuenta
nombres y es seguro que Blotner dedica por lo menos dos líneas a cada uno. Es
mejor saltar sobre esas páginas como cuando leemos los obituarios, recordándose
a cada momento que lo mejor de la vida del biografiado son los libros que
escribió.
Cuando Blotner logra superar
ese laberinto de datos –es decir, cuando Faulkner cierra su círculo a las
personas indispensables y su biografía se vuelve la vida de sus libros-,
encontramos otro obstáculo a la lectura: la cantidad de páginas dedicadas a
dramatizaciones pálidas y aburridas de cómo escribió Faulkner cada uno de sus
poemas, cuentos y novelas. Blotner intenta transmitir lo que fue para Faulkner
escribir cada capítulo de sus novelas, cada verso, cada página de cuento; lo
que consigue son resúmenes confusos de los argumentos. En cambio, acierta
cuando reproduce comentarios críticos de prensa y de fuentes académicas, así
como cuando hace anotaciones sobre la forma artística que Faulkner perseguía en
cada novela. El proceso que le hizo escribir cada uno de sus grandes libros es
vívido, sobre todo, gracias a la correspondencia que se ha conservado: los
remordimientos ante las intenciones comerciales de Santuario y los pastiches novelescos que
realizó por las mismas urgencias económicas (Desciende, Moisés y Los invictos), el dolor para gestar El ruido y la furia, Luz de agosto y ¡Absalón, Absalón!, el sosiego y la premeditación con
que escribió Mientras agonizo y Las palmeras salvajes, hasta el libro más difícil de
todos –y de los menos recordados en su obra-: Una
fábula, con cuyo manuscrito convivió durante más de una década.
Si bien William Faulkner,
eterno ermitaño y celoso de su vida privada, se hubiera negado de plano a
aceptar la existencia de una biografía como esta, y menos de un amigo como
Joseph Blotner, nosotros no podemos sino agradecer su existencia. Sirve un
doble propósito: como introducción a quien no conozca los libros de Faulkner y
como lista de nuevas recomendaciones a quien ya tenga algún conocimiento de
ellos.
Lima, octubre de 2013
Nota: La versión española de
Faulkner corresponde a la versión abreviada-corregida-ampliada que hizo Blotner
en 1973. Blotner sugiere que para leer la versión íntegra de su trabajo hay que
leer la primera edición –sólo existente en inglés- y la segunda edición –que
podemos leer en español. Como soy consciente de que esta versión española no se
encuentra en librerías, recomiendo a quienes lean inglés que consigan esta
versión, disponible en internet desde 5 dólares (la versión española ronda
inaceptables 100 dólares).
No hay comentarios:
Publicar un comentario