martes, 22 de octubre de 2013

Notas al vuelo de William Faulkner: Una biografía, de Joseph Blotner



Unos apuntes sobre la más apreciada de las biografía sobre Faulkner, por Joseph Blotner.

¿Quién es Joseph Blotner? ¿Con qué autoridad es el biógrafo principal de Faulkner?

Blotner fue profesor en la universidad de Virginia y allí se hizo amigo cercano de William Faulkner. En Virginia vivía la única hija biológica de Faulkner y la universidad había aprovechado esa circunstancia para invitar al escritor a dar una serie de charlas durante un semestre. Blotner, que asistía a esas reuniones como supervisor y como encargado de grabar en cinta magnetofónica las intervenciones, frecuentó durante esos años la casa de los Faulkner y el escritor le confiaría sus proyectos presentes y futuros. (Blotner fue uno de los que cargó el ataúd en los funerales de Faulkner.) Faulkner disfrutaría tanto sus intercambios con universitarios que aceptaría volver los años siguientes desde su hogar en Oxford, Mississippi, a 1.232km de distancia, por un pago simbólico.

Aunque no se indica en el libro cómo es que empezó el proyecto de la biografía, sin duda fue determinante la buena relación de Blotner con la familia Faulkner, así como su amplio conocimiento de la obra del biografiado. Contra lo que podría suponerse, la biografía no es un retrato idealizado ni matizado de Faulkner. El biógrafo trata todos los asuntos difíciles y escabrosos que atormentaron sus días: la convivencia durante décadas con el alcoholismo -que sería decisivo en provocarle la muerte- y que revela que no sólo Fitzgerald se ganaba el premio de suicida mayor por causa del alcohol en la Generación Perdida a la que ambos pertenecían; los adulterios a vista y paciencia de la esposa -que los aceptaba como una fatalidad de su matrimonio mal avenido-, las opiniones negativas o contradictorias de otros escritores -Sherwood Anderson, Fitzgerald, Tennessee Williams y, sobre todos, Hemingway-, sus interminables discusiones sobre dinero para mantener a sus dos entenados,  su hija, su esposa, su madre, la esposa y la hija de su hermano fallecido y los varios miembros de la servidumbre en su residencia de casi 12 hectáreas en Rowan Oak. (Faulkner consiguió la propiedad a buen precio en los años 30 y sólo al final de su vida consideró desprenderse de ella: su hija la vendería a la universidad de Mississippi diez años después de muerto Faulkner.) Como en las biografías de Balzac, la falta o la búsqueda de dinero es la necesidad más invocada en el libro y resulta inquietante comprobar que, a diferencia de sus novelas, todos los cuentos que escribió los hizo por ganarse unos dólares (que dependiendo de la revista que los aceptaba, podían redituarle desde  37 a 2 mil dólares).

Los méritos de esta biografía son numerosos y justifican la celebridad de la biografía. Entre mis favoritos: la recepción de los libros de Faulkner en vida, las relaciones de Faulkner con sus padres, hermanos, hijos, admiradores y detractores. Sus defectos mayores son contados pero deseo explicarlos para que el desavisado lector no se ahogue en ellos. Toda biografía vive bajo la tiranía del dato; Blotner, en las primeras 200 páginas, es subyugado por el dato hasta ahogarse en él, dando pormenores sobre todos y cada uno de los ascendientes, amigos, y amigos de los amigos de Faulkner. La genealogía de Faulkner incluye no menos de cincuenta nombres y es seguro que Blotner dedica por lo menos dos líneas a cada uno. Es mejor saltar sobre esas páginas como cuando leemos los obituarios, recordándose a cada momento que lo mejor de la vida del biografiado son los libros que escribió.

Cuando Blotner logra superar ese laberinto de datos –es decir, cuando Faulkner cierra su círculo a las personas indispensables y su biografía se vuelve la vida de sus libros-, encontramos otro obstáculo a la lectura: la cantidad de páginas dedicadas a dramatizaciones pálidas y aburridas de cómo escribió Faulkner cada uno de sus poemas, cuentos y novelas. Blotner intenta transmitir lo que fue para Faulkner escribir cada capítulo de sus novelas, cada verso, cada página de cuento; lo que consigue son resúmenes confusos de los argumentos. En cambio, acierta cuando reproduce comentarios críticos de prensa y de fuentes académicas, así como cuando hace anotaciones sobre la forma artística que Faulkner perseguía en cada novela. El proceso que le hizo escribir cada uno de sus grandes libros es vívido, sobre todo, gracias a la correspondencia que se ha conservado: los remordimientos ante las intenciones comerciales de Santuario y los pastiches novelescos que realizó por las mismas urgencias económicas (Desciende, Moisés y Los invictos), el dolor para gestar El ruido y la furia, Luz de agosto y ¡Absalón, Absalón!, el sosiego y la premeditación con que escribió Mientras agonizo y Las palmeras salvajes, hasta el libro más difícil de todos –y de los menos recordados en su obra-: Una  fábula, con cuyo manuscrito convivió durante más de una década.

Si bien William Faulkner, eterno ermitaño y celoso de su vida privada, se hubiera negado de plano a aceptar la existencia de una biografía como esta, y menos de un amigo como Joseph Blotner, nosotros no podemos sino agradecer su existencia. Sirve un doble propósito: como introducción a quien no conozca los libros de Faulkner y como lista de nuevas recomendaciones a quien ya tenga algún conocimiento de ellos.

Lima, octubre de 2013



Nota: La versión española de Faulkner corresponde a la versión abreviada-corregida-ampliada que hizo Blotner en 1973. Blotner sugiere que para leer la versión íntegra de su trabajo hay que leer la primera edición –sólo existente en inglés- y la segunda edición –que podemos leer en español. Como soy consciente de que esta versión española no se encuentra en librerías, recomiendo a quienes lean inglés que consigan esta versión, disponible en internet desde 5 dólares (la versión española ronda inaceptables 100 dólares).

miércoles, 28 de agosto de 2013

Relatos 1 , de Kafka

Antes de leer a Kafka en serio -todos leemos de muchachos La metamorfosis, la morbosa Carta al padre-, leí a algunos autores kafkianos (Orwell, Coetzee, Murakami, Munguía) y creía entender el significado del concepto kafkiano gracias a esos ejemplos de segunda mano. Añado a eso la definición de tercera mano de la siempre lánguida, siempre resuelta y siempre incompleta definición del diccionario de la Academia: "adj. Dicho de una situación: Absurda, angustiosa."

Los libros mismos de Kafka fueron durante años una de mis grandes deseos pendientes como lector. Eso ha terminado y ahora que entiendo mejor cuan kafkianos somos todos desearía dar este informe a la academia de letraheridos primates:

Me hice de una edición de la hoy-venida-a-menos editorial Losada, en dos volúmenes, de los Relatos completos de Kafka. En la contratapa, después de pavonearse -con razón- de haber sido quienes primero publicaron a Kafka en nuestro idioma (la versión de La metamorfosis debida a Borges), afirman que la edición presente está preparada a partir de "versiones cuidadas, de acuerdo con las últimas y mejores ediciones alemanas". Ignoro el alemán e ignoro la suerte y calidad de las múltiples versiones de Kafka, pero recomiendo esta versión Losada por su claro y amplio lenguaje, su limpieza de erratas y una que otra extravagante nota al pie del traductor (notas inútiles como suelen ser estas notas pero que son indicio de un alma refinada).

Hablemos del primer volumen, que acabo de leer. Contiene sus libros en el orden cronológico de publicación. Contemplación, el primero de ellos, es apenas un folleto compuesto de estampas, imágenes, apuntes; nos dejan por un momento una sonrisa o un asentimiento instantáneo, como las rimas infantiles: 

Un marinerito
Me mandó un papel
En el que decía
Que me case con él
Yo le respondí que me casaría

Pero no con él.

Y luego se van con la misma rapidez con que leemos los garabatos en las letrinas de la escuela:

Si poeta eres
y versos compones
ábreme la bragueta
y chúpame los cojones

(texto de una letrina del Colegio Militar Leoncio Prado, cortesía de mi amigo Max Silva Tuesta. La grosería es involuntaria y a modo de ejemplo.)

Mal comienzo para conocer al gran Kafka. No tiene él la culpa: nunca he entendido el porqué las obras completas de un autor empiezan por sus primeros escarceos con las letras; siempre he creído que cualquier autor, de poder organizar sus textos en vida, preferiría dejar todas esas tentativas al final, como un "Apéndice". (Un caso exitoso de esto, y una excepción a la regla, son las obras completas de Octavio Paz, cuyo último tomo se titula Miscélanea: Primeras letras.)

El Kafka que debemos conocer empieza a partir de su segundo libro publicado (por su brevedad, también un folleto): el cuento "La condena". Prefigura al Kafka más grande con su aparente final por knock-out... y sólo lo "prefigura" porque el cuento insiste en seguir golpeando-acumulando páginas cuando la historia ya había concluido. Dos elementos del cuento: el horror y el expresionismo, están logrados pero no como el cuento siguiente, "El fogonero". Este es una exploración magnífica que no puede ser caracterizada como "kafkiana"; al narrar las relaciones tensas de un extranjero entre extranjeros (un adolescente eslavo con un carbonero, un capitán, un adinerado), el cuento es pariente de toda una tradición decimonónica antes que precursor del modernism sajón.

Precursor y ejemplo mayor de este es La metamorfosis, el cuento largo siguiente. Obra maestra para la mayoría que la lee, nunca he simpatizado con él: la pasividad del personaje bicho, la naturalidad extrema con que asume su transformación, los personajes secundarios que prolongan esa actitud imperturbable, el efectismo de ciertas escenas, ¿metáfora, alegato de esto o de aquello? Como cuento siempre he sentido que empieza y termina en el primer párrafo y el resto no es sino un desarrollo de una idea antes que de una historia y unos personajes. Me disculpo por la insensibilidad, pero "El fogonero" hasta esta página era para mí su logro mayor, hasta que llegó "En la colonia penitenciaria".

"En la colonia penitenciaria" es la antítesis de "La metamorfosis" y la obra maestra del volumen. En prácticamente un solo escenario, las escenas se suceden con vértigo y alta tensión dramática. Su explícita violencia sádica está ausente en cualquiera de los otros relatos y toca unos extremos ni siquiera vistos en El proceso (la novela de Kafka que todos leemos en algún momento de nuestras vidas). Es una historia con moral y con nervio narrativo parientes del mejor narrador de todos (Tolstoi).

Los siguientes cuentarios vuelven al pre-Kafka: varios ejercicios narrativos, estampas, fragmentos. Como imágenes, "Un artista del trapecio" y "Un artista del hambre" son inteligibles, pero su frialdad matemática nos niega la emoción; como los espectadores del artista que ayuna en uno de esos cuentos, soy incapaz de verlos como algo más que entretenimientos. El también conocido "Informe para una academia" parte de una premisa sugerente -un simio adiestrado en las maneras de un hombre- parecida a la de "La metamorfosis"  y, como esta, su revelación parece terminarse en el primer párrafo. Luego, se desarrolla con más diligencia que genio.

Como ocurre con toda recopilación de todo lo que un hombre hizo, se encuentran textos inexplicables, de calidad tan dudosa que hacen preguntarse cómo pudo escribirse eso (y en este caso,¡publicar en vida!). Es el caso de "Josefina la cantora o El pueblo de los ratones", que tiene la añadida maldad de ser largo.

Volviendo a mi pregunta del principio: ignoraba qué había escrito Kafka aunque sabía qué era lo kafkiano por su descendencia literaria y por la definición de un diccionario. Al leerlo por fin, descubro complacido que, como el gran creador que fue, Kafka es más que ese adjetivo, que kafkiano es un cliché que identifica ciertas situaciones de algunas historias suyas ("La metamorfosis", El proceso), pero que en modo alguno describe la totalidad de su obra. Lo fantástico, lo absurdo, la situación convulsa se asocian al limitado adjetivo kafkiano: en los libros de Kafka encontramos junto a historias fantásticas, otras realistas; antes o después de lo absurdo, lo lógico; y así como hay historias que tratan situaciones convulsas hay otras de personajes dramáticos ("El fogonero").

Curiosa preferencia la mía: la historia suya que prefiero entre todas -"En la colonia penitenciaria"- no es kafkiana. 

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Relatos completos I, de Franz Kafka. Traducción de Francisco Zanutigh Núñez, a excepción de algunos traducidos por Borges y Nélida Mendilaharzu. Losada, 1979. [En librerías se consigue una versión de Debolsillo, realizada por Juan José del Solar. Javier Munguía lee hoy esta versión con aprobación.]

lunes, 26 de agosto de 2013

Contra viento y marea, 1983 y 1986, de D. Mario Vargas Llosa


Muy pocos terrícolas saben que para completar los volúmenes de Contra viento y marea , la magnífica colección ensayística de Mario Vargas Llosa, es preciso conseguir exclusivamente la edición en dos tomos de 1986 (y luego, el tercer volumen de 1990, que existe en una sola edición).

Exclusivamente: en los libreros de viejo suele encontrarse la primera edición de Contra viento y marea publicada en 1983 (por Seix Barral, o por Seix Barral-Sudamericana), que es magnífica en sí misma pero que sólo en 1986 sería ampliada y dividida en dos tomos. Es decir: la versión de Contra viento de 1983 es como un primer borrador de la edición definitiva de 1986. El primer tomo de 1986 contiene algunas notas del de 1983 y diecisiete textos adicionales; el segundo tomo de 1986 contiene otras tantas notas del de 1983 y veintitrés textos adicionales. Además, la edición de 1986 contiene nuevas introducciones (de una sola página) del propio D. Mario.

Seré puntilloso y enfático porque los malentendidos alrededor de esta colección han ocurrido. Un amigo muy querido y vargasllosista extremo él mismo (Max Silva Tuesta) consiguió el segundo tomo de 1986 y se dio por bien servido, creyendo que con este tomo y el de 1983 tenía la colección completa. Espero que con esta noticia se entienda que lo que tenía en su biblioteca era algo distinto: por una parte, una primera edición de esa colección (1983) y, por otra, una versión mutilada de la edición ampliada de esa primera edición (sólo el segundo tomo, de 1986).


Estamos hablando de todo esto porque la edición de 1986, que es la que hay que tener -perdón por la insistencia tecnicista-, ya no se consigue sino a precios estratosféricos. Mi querido Javier Munguía consiguió la edición en dos tomos de 1986 a 50 dólares y es inmensamente feliz. Fue la última que se podía conseguir a un precio razonable en el vasto mundo del internet. Yo conseguí esa misma a 30 dólares y también soy feliz; a mí me tomó doce años de búsquedas entre gentes ignaras; a Javier, un clic en la página maravillosa de abebooks. Somos los amigos felices porque la "edición completa" del periodismo y el ensayo de D. Mario, que fue editada el 2012 por Círculo de Lectores-Galaxia Gutenberg, es todo, menos completa. Y cuesta 100 dólares más. Y en papel cebolla. Y en tapas semiduras. Y con erratas. Y... todo esto será tema de una (apasionante) próxima nota.